Enclaves turísticos
Su casco urbano es una buena muestra de la capacidad de adaptación de sus habitantes a la singular morfología del relieve. Algunas de sus empinadas calles contrastan con otras más llanas, en las que conviven lo antiguo y lo nuevo: mezcla de casas encaladas y acopladas al relieve de la parte alta y de nuevas construcciones de la parte baja, que marcan la evolución en la trama urbana a lo largo de la historia del municipio.
Al sureste del casco urbano, cerca de la moderna Casa de Cultura, está el Parque de la Concordia, pequeño oasis que recoge multitud de plantas autóctonas, y que es más acogedor si se elige pasear y
descansar al fresco de sus amplias sombras. No muy lejos del parque, en el patio del Colegio del Cristo Crucificado, se conserva un magnífico ejemplar de encina milenaria «La Carrasca» que tiene 4,60 m. de cuerda y más de 700 años de vida. Un poco más abajo encontramos la Balsa del Pilar, estanque de agua que se utiliza para regar y en el que se pueden observar peces y de agua potable en sus cuatro caños que salen del pilar
El recorrido por el trazado sinuoso de las calles del centro histórico permite pasar junto a fachadas coquetas de viejos modelos constructivos y estilos arquitectónicos. La calle Mayor es el eje neurálgico en el que se escuchan los murmullos del día a día de Elche. En la Plaza de Ramón y Cajal se levanta el Ayuntamiento, edificio del siglo XIX actualmente rehabilitado. Más abajo se llega a la Plaza Vieja, primera plaza del pueblo que tiene un pilar de agua potable en su centro. Continuando por una de sus calles (Calle Olivica) podemos ver el entramado de calles que conforman su casco antiguo y al final de esta calle llegamos al lugar conocido como La Puentecilla donde se encuentra el Lavadero Municipal (hoy en día se sigue utilizando para lavar la ropa).
Y elevándose sobre estos edificios y elementos urbanos aparece como vigía, la Iglesia de Santa Quiteria, edificio religioso de gran monumentalidad, de planta de cruz latina y con cierta desnudez en la fachada, características propias de la arquitectura neoclásica. Fue levantada en el penúltimo decenio del siglo XVIII sobre el plano de D. Francisco Pérez Rodríguez. El templo destaca por sus capillas amplias, acicaladas con esbeltos arcos de medio punto que se cubren con sencillas cupulillas. También el coro alto y un gran retablo en honor de Santa Quiteria marcan la distinción del interior del templo. En el exterior llaman la atención sus dos torres en la fachada y la elevada cúpula o cimborrio en el crucero. (Referencia bibliográfica.- Guía de Castilla-La Mancha, Patrimonio histórico).
Otras calles singulares que circundan el templo son la Calle de San Antonio, con sus enrejados y adoquines, sus escaleras y ese silencio que en cada bocacalle invade el espíritu del caminante; o la Calle de Sagasta, que permite divisar en su fin las torres de la Iglesia entre los bajos tejados.
Elche de la Sierra tiene parajes de indudable belleza. Sin lugar a duda el elemento más singular es el paisaje de contrastes que deja el río Segura encañonado en algunos tramos, así podemos pasear por paisajes tales como el Puente Gallego, La Longuera, El Almanzarán, Barranco Andrés… lugares donde se observa el zigzaguear del agua para perderse entre los cerros.
Originales fuentes manan en los alrededores del casco urbano, como la Fuente del Alamillo (en la salida hacia Riópar), de agua cristalina y que según dicen algunos lugareños tiene propiedades reparadoras, Fuente Carrasca, la Fuente Hilario, La Poza (nacimiento de agua del cual se coge ésta para abastecimiento del pueblo)…
A pocos kilómetros del casco urbano está la Peña de San Blas, fiel vigía o la de la Muela, elevación majestuosa que sirvió de asentamiento a antiguos pobladores y de la cual el agua brota de sus paredes. Las ramblas dibujan entalladuras entre los cerros, y sirven para drenar las precipitaciones de la comarca.
También podemos visitar la Tumba del General Cartaginés Amílcar Barca (según cuenta la leyenda y así lo ponen de manifiesto numerosos escritos, el General murió en las inmediaciones del Río Segura en la Batalla de los Toros de Fuego), situada a unos 3 Km. del municipio en dirección a Villares y en el lugar conocido como El Mojón.
TURISMO ECOLÓGICO Y RURAL
La altitud de su casco urbano pese a su entorno serrano, no difiere mucho de la llanura manchega (630 m. sobre el nivel del mar). Su clima es continental mediterráneo, y los suelos, condicionados por las pendientes, propician la existencia de coníferas y vegetación de monte bajo en las laderas mientras en las zonas llanas predominan los cultivos de cereales y algunas viñas.
La delimitación sur del término la marca el curso del río Segura, uno de los elementos más singulares de la zona. Numerosas ramblas y fuentes recorren estas áridas tierras. Cerros y lomas son elementos característicos del paisaje. Uno de los más significativos es la Peña de San Blas, que se alza dejándose ver desde el casco urbano.
La toponimia de algunas de estas elevaciones plasman una idea de cuales son los rasgos definidores de la sierra en estas tierras, es el caso del Cerro del Agua, Sierra Seca, Cerros del Campillo, Loma de la Carrasca o Cerro de la Represa, entre otros.